En pocas palabras, lo sostenible es un enfoque de la industria de la moda que busca reducir el impacto ambiental y social negativo asociado a la producción y el consumo de ropa. Cuando nos vestimos, tomamos decisiones. Lo que estamos diciendo es una obviedad pero quizás registrarlo cambie para siempre la manera de elegir lo que llevás puesto.
En cada prenda que nos ponemos hay una historia, un camino que la hizo llegar desde su materia prima hasta nuestras manos. Cuando compramos una prenda podemos hacernos preguntas: de dónde viene, quién hizo mi ropa, qué materiales se usaron.
Cada año, se estima que se desechan 92 millones de toneladas de residuos textiles en todo el mundo. Además, esta industria produce entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de carbono. Ni hablar de que aproximadamente el 20% de la contaminación del agua industrial proviene del tratamiento y teñido de textiles. El daño ambiental es alto, damos fe. Pero, además, está el costo social que tiene esta industria: condiciones laborales precarias, trabajo infantil, deslocalización.
Quizás preferías no saberlo, pero las grandes marcas de moda tienden a deslocalizar su producción a países donde los costos laborales son bajos. Así, se aumenta la explotación laboral en países en desarrollo, donde las regulaciones laborales son menos estrictas y el resto es historia.
Nos gusta pensar que esto puede cambiar si como consumidoras abrimos un poco los ojos y la cabeza. Si elegimos con consciencia y sabiendo el impacto que pueden tener nuestras decisiones de consumo en las industrias que nos rodean.
La moda sostenible busca equilibrar la estética y la funcionalidad de las prendas con un menor impacto en el medio ambiente y un enfoque en la justicia social. Algunos principios clave en los que se basa son:
Materiales ecológicos. Se usan fibras naturales o recicladas, como el algodón orgánico, el lino, el cáñamo, o materiales reciclados como poliéster a partir de botellas plásticas.
Producción ética. Se enfoca en garantizar condiciones de trabajo justas para quienes forman parte de su cadena productiva, incluyendo salarios dignos y condiciones laborales seguras.
Reducción de residuos. Implementa estrategias como la creación de ropa de alta calidad y duradera, el uso de patrones que minimicen el desperdicio de tela, o el reciclaje de prendas viejas para crear nuevas.
Transparencia y trazabilidad. Las marcas que practican moda sostenible generalmente informan sobre el origen de sus materiales y las condiciones de producción porque creen en las decisiones informadas.
Consumo consciente. Fomenta el slow fashion, que tiene que ver con comprar menos prendas, pero de mejor calidad y más versátiles, en lugar de seguir tendencias rápidas que promueven el consumo excesivo.A veces menos es más. Volver a darle uso a una campera que tenías olvidada en el cajón, pensar qué marcas estás consumiendo y por qué, y respirar hondo antes de apretar el botón de comprar son tres grandes pasos en este camino. Ser conscientes y elegir lo que compramos, cuándo y dónde lo hacemos: es un paso en el camino de la desprogramación.