¿Te acordás de haber pasado una tarde entera mirando el techo? ¿Dónde quedó la frase «¡me aburro!»? Internet llegó para revolucionar muchas cosas, pero si hay algo que puso patas para arriba es nuestra relación con el tiempo.
Hablemos de aburrimiento. ¿Sigue existiendo o es cosa del pasado? La Real Academia Española define al aburrimiento como el «cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada».
En palabras más cercanas, podemos decir que el aburrimiento es una experiencia que nos hace sentir inquietas o insatisfechas. Según la psicología, el aburrimiento tiene que ver con que una persona no encuentre estímulos que llamen su atención o cuando sus expectativas no son satisfechas por su entorno.
Pero, en estos tiempos de redes sociales 24/7, ¿llegamos a aburrirnos? Las redes sociales nos sirven en bandeja una distracción rápida, una especie de parche que alivia temporalmente la herida del aburrimiento. Prestale atención a todas las veces que agarrás el celular sin darte cuenta y te vas a horrorizar. Es que abrir una app, cualquiera sea, nos genera una sensación momentánea de entretenimiento que apaga el aburrimiento en el corto, muy corto, plazo.
Una persona usuaria promedio pasa 4 horas al día en su teléfono, con un promedio global de 3 horas y 43 minutos diarias. En países como Argentina, el tiempo de pantalla diario alcanza las 5 horas y 4 minutos. El uso del celular sigue aumentando de manera significativa a nivel global. Datos, no opinión.
Hablemos de una palabra incómoda: la procrastinación. Esa manía que tenemos por retrasar actividades importantes reemplazándolas por acciones menos relevantes. En personas adultas, la propensión al aburrimiento también está relacionada con un aumento en la procrastinación en redes sociales.
«No perdamos nada de nuestro tiempo; quizá los hubo más bellos, pero este es el nuestro», decía el escritor Jean Paul Sartre. Hay algo de eso en todo este problema que tenemos. Si pasamos tiempo en redes sociales sin ni siquiera decidir querer pasar nuestro tiempo ahí, ¿estamos en el tiempo presente? Si hay algo que hacemos con el tiempo es perderlo, eso es imposible de cambiar. Pero quizás estamos siendo un poquito víctimas de nuestra propia incapacidad de aburrirnos, ¿no? Qué condena. Podemos igualmente asumir esta lucha con conciencia y amor a nuestro propio uso del tiempo.
Si te interesa profundizar en este tema, el libro Vida contemplativa de Byung-Chul Han es un ensayo que reflexiona sobre el valor y la importancia de la contemplación en la vida moderna, un concepto desplazado por la cultura del trabajo, la productividad y la hiperactividad. El filósofo del Sur de Corea introduce el concepto de «sociedad del rendimiento», ¿cómo podemos buscar la profundidad y la pausa en un mundo que nos empuja a la eficiencia?