¿Quién te hizo la carita?

Es martes a la noche y le damos play a un capítulo de una serie de los 90. Realmente puede ser cualquiera. Friends, Seinfeld, Sex and the City, Muñeca Brava, Gasoleros. Pensá en la que quieras. En todas, se repite lo mismo: las caras que protagonizan estas series no están retocadas.

A esta gente, ¿nadie le hizo la carita? Menos inflamadas, labios más finos, una sensación de estar al natural. ¿Esto es real o es solo una sensación? ​​Haciendo un rewatch de las series nos dimos cuenta de que nos parece rarísimo estar viendo caras sin ácido hialurónico.

Antes que nada: un poco de historia. 

El origen del ácido hialurónico se remonta a 1934 cuando los farmacéuticos Karl Meyer y John Palmer, ambos doctores en la Universidad de Columbia, lograron aislar en su laboratorio en Nueva York una sustancia totalmente novedosa de los ojos de vacas. Sí, de los ojos de las vacas, así como lo estás leyendo.

A este ácido decidieron nombrarlo «hialurónico» por la combinación de las palabras «hialo» (del griego «vítreo») y «urónico» (por su contenido de ácido urónico). Su función original tenía que ver con ayudar a conservar su forma. 

Lo curioso es que en un principio esta sustancia fue rastreada para fines oftalmológicos, un uso que mantuvo hasta los ochentas. Fue introducido, por ejemplo, durante las cirugías de cataratas para ayudar a proteger el ojo y facilitar la operación.

Recién para finales de la década de los noventa, el ácido hialurónico dio un salto significativo hacia el campo de la estética. Se empezó a usar como un relleno dérmico para corregir arrugas, líneas finas y aumentar el volumen de los labios y otras áreas de la carita. Así es, señora: su biocompatibilidad y bajo riesgo de alergias lo convirtieron en una opción popular frente a otros materiales de relleno como el colágeno.

La popularidad del ácido hialurónico en la medicina estética siguió creciendo en los 2000, convirtiéndose en una de las principales sustancias usadas para tratamientos no invasivos. Además, empezó a ser un ingrediente común en productos de cuidado de la piel gracias a su capacidad para retener agua y mantener la hidratación.

Si bien tradicionalmente, el ácido hialurónico venía de fuentes animales como las crestas de gallo, hoy en día es producido mediante fermentación bacteriana. Hoy en día, este bichito que mantiene la firmeza de las caras de muchas personas, es un componente esencial en la estética. Además, sigue siendo un área activa de investigación para nuevas aplicaciones y mejoras. 

En 2023, el mercado global del ácido hialurónico, que incluye su uso en la estética, fue valorado en aproximadamente 9.8 billones de dólares y se espera que alcance los 18.8 billones de dólares para 2032. Viene creciendo y no viene tranqui.

Los tratamientos estéticos son cada vez más populares y accesibles, pero igualmente es bastante loco que los tengamos súper normalizados. Por supuesto que cada persona es libre de elegir lo que la hace sentir bien. Pero acá es donde la cosa se pone compleja: ¿ustedes también sienten la tensión entre la libertad de elección y la presión social de encajar en un ideal? 

La pregunta del millón: ¿este nuevo mandato es realmente una elección o esconde un miedo profundo a la vejez? Pensemos en un mundo donde el ideal de belleza y de juventud no exista, donde las arrugas y las canas sean un deseo, donde la sabiduría se abrace

Aunque no siempre retocarse la cara signifique perder la naturalidad, podemos preguntarnos qué hay detrás de las decisiones que tomamos sobre nuestro cuerpo, ¿no?

Si te interesa profundizar en este tema, te recomendamos el libro Mi cuerpo, de Emily Ratajkowski, una colección de ensayos en los que la autora reflexiona sobre su experiencia como modelo y actriz, explorando temas como la belleza, el poder, el control sobre el cuerpo y la identidad femenina.